Page 14 - Viaje de fin de curso (Maturalac) - Branka Primorac
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– Mis perlas, ahora serán pareja hasta el final del viaje. En el autocar,
            en la habitación, en la playa y en el restaurante. ¡No quiero oír peleas
            relacionadas con el asunto de quién estará con quién! ¡Mirta, coge lápiz
            y papel y apunta como se entra al autocar! Y no olvides el papel con la
            firma de los padres.
                No pudimos hacer otra cosa que ponernos en fila como cuando te-
            níamos seis años y sin problema esperábamos para entrar a la escuela
            o cuando íbamos a visitar un museo con la maestra. Así unidos solo
            lo he visto cuando los párvulos atraviesan un cruce peligroso. Nos dio
            vergüenza. ¡Alumnos de catorce años y algunos quinceañeros parados
            frente al autocar en una fila de patos y, además, tomados de la mano! La
            faena la hicimos tan rápido que a los niños que miraban por las ventanas
            de la escuela no se percataron del espectáculo que tenían a su disposi-
            ción. A esta velocidad a nadie se le ocurrió nada más que desaparecer de
            la vista lo más pronto posible. Sólo el cerebro de Ana funcionaba como
            una computadora. Tomando diestramente la delantera en el fondo de la
            fila, trataba de conseguir los últimos asientos del autobús. Hubiera lo-
            grado realizar su idea, si no hubiera aparecido la Martić en el escenario.
                                                      *
                – Tú, Maya, vas a ser pareja con Dunja , y Ana con Mirta.
                Como si les hubiera caído un rayo, únicamente lograron decir:
                – Pero, señorita…
                No dijeron más que eso. Sabían que sería en vano. Cuando la Martić
            toma una decisión, nada podía cambiarla. Las muchachas entraron en
            el autocar tropezando por el estrecho pasillo y tratando de llegar lo más
            rápido posible hasta los primeros asientos vacíos. El autocar ya estaba
            lleno, así que hubo bastantes testigos de su furia. No pudieron evitar la
            atención y los comentarios en voz alta.
                – Vaya, vaya; ¡mira las palomitas! ¿Querían que Davor se sentara en
            medio?




            *  Dunja, membrillo (N. de la T.)

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