Page 17 - Viaje de fin de curso (Maturalac) - Branka Primorac
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Alrededor de su cuello le colgaban tantas cosas que no se distinguía
            adonde pertenecía cada cable. Pero en este caos, el torpe Dado se las
            arreglaba muy bien. ¡Tenía tantas cosas consigo y otras tantas que tra-
            taba de usar! El detalle con el tesoro enigmático de Smuki lo grabó con
            la cámara en la cinta cinematográfica, en blanco y negro, y en vídeo
            en color. Por si acaso aquí también tenía una cámara fotográfica con
            película para diapositivas. No la llegó a usar, pero, según su opinión, con
            eso no se perdía nada.
                – Las diapositivas son mejor para panorámicas –explicaba.
                Pero, no era ese el único equipo que viajaba con nosotros en la ex-
            cursión, en el portaequipajes, en una maleta de tapas duras de aluminio
            se encontraban pedestales, medidores de luz, películas de todos tipos y
            para todas las condiciones de tiempo, el reflector, manuales…
                – Muchachos, esto es para la historia; ¡es algo sensacional, un cuadro
            para la enciclopedia del cine! ¡Súper, divino! Amigo Smuki, por favor,
            aleja tu mano para que se vea mejor –masticaba con la boca, pero no por
            una buena comida, sino por satisfacción creativa.
                Aunque a Smuki le agradaba su interés por las cosas prohibidas y
            por lo misterioso, no quiso por ello tener un encuentro cercano con la
            profesora. El problema probablemente terminaría con la confiscación del
            tesoro sin el que él sería menos importante. Estimuló suficientemente
            nuestra imaginación y el acentuado interés de Dado sólo le molestaba.
            No hacía caso de los ruegos del director de cine número uno de nuestra
            clase. Después del corto zumbido de la cámara y de los clics de la cáma-
            ra, Smuki cerró el bolsillo de la mochila y la dejó con el otro equipaje en
            el maletero. Dado estuvo intranquilo hasta el momento en que fue claro
            que justamente él iba a sentarse al lado de Smuki. Empezó a comerse
            un sándwich –la comida era siempre su mejor calmante– y en su cabeza
            empezaba a crear un guión cuya introducción ya estaba filmada.
                Después de lo que el profesor nos había contado, ya tranquilos, y
            después de la primera oleada de emocionantes acontecimientos, nos



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